Hacía ya muchos años que en mi casa no se oía la vieja canción de “Cinco lobitos tiene la loba, cinco lobitos detrás de la escoba…”[i] o al menos, como dice aquella sentencia que zanja cualquier discusión, en mi casa la cantaban así. La diferencia más notable es que ahora ya no es mi madre quien la entona con cariño mientras mueve sus manos hacia dentro y hacia afuera sino que soy yo misma la que se la canto a mi hijo acompañándole en sus primeros descubrimientos. Después de esta, vendrán otras muchas como la alegre “Toca palmitas” [ii]o el “Este encontró un huevo, este compro pan, este le echo sal, este lo frió y este pícaro gordo se lo comió”
Retahílas, dichos, canciones que han acompañado a varias generaciones y que no tienen otro objetivo (como si este no fuera más que suficiente) que descubrir a los más pequeños sus propias manos.
Las manos, esa parte tan esencial de nuestra anatomía que sirve para casi todo lo realmente importante: crear, contar, tocar, escribir… JUGAR
Y es que si lo piensan por un momento, no son pocos los juegos tradicionales en los que son nuestras propias manos el único material necesario para pasar un buen rato en compañía y adquirir ciertas destrezas.
Nuestras abuelas, madres y nosotras mismas, hemos cantado variopintas canciones – con asesinatos en la calle 24 o un despistado Don Federico que lo perdía todo [iii]– enfrentadas a una amiga mientras movíamos los brazos, chocábamos las palmas, hacia arriba, hacia abajo en medio en una complicada coreografía tan perfectamente ensayada y acompasada que parecíamos la una un espejo de la otra. Eran los juegos de palmas.
Conforme crecíamos, se ampliaba la oferta con juegos de mayor concentración y dificultad. Así, había juegos donde la rapidez de los reflejos era esencial para ganar la partida como en el llamado calientamanos. En este juego, debíamos colocarnos frente a nuestro contrincante con nuestras palmas de las manos hacia arriba mientras el otro jugador colocaba las suyas encima de las nuestras hacia abajo. El juego era simple pero había que estar sobrado de reflejos y astucia para sacar tus manos lo suficientemente rápido como para poder golpear el dorso de las manos de tu desprevenido contrincante.
O el famoso piedra, papel y tijera. ¿Lo recuerdan? Puño cerrado para piedra, mano extendida para papel y dedo índice y corazón extendidos y separados formando una «V»para tijera . Pocas veces tres únicas combinaciones – Papel envuelve a piedra, piedra aplasta a tijeras y tijeras corta a papel – habrán asegurado tantas horas de diversión.
Había alguno que incluso nos ayudaba, sin darnos cuenta a mejorar en matemáticas… ¿o acaso me negaran que jugar a pares o nones no exigía un gran dominio del cálculo mental?
Pero no crean que los juegos de manos solo se encuentran en la infancia. Las manos también protagonizan algunos juegos de adulto.Por ejemplo, como medio para demostrar la fuerza en la plaza o en la taberna del pueblo a través de un pulso. Mención especial en este apartado merece la morra. Resulta todo un espectáculo seguir viendo en tierras turolenses a jugadores sacar a una velocidad vertiginosa sus manos con un número determinado de dedos mientras gritan a pleno pulmón la que ellos creen la suma ganadora.[iv]
Mientras pienso en todas estas posibilidades de juego, miro las pequeñas manos de mi hijo y sonrío mientras pienso en todos en los momentos de diversión que les quedan por vivir. Ojalá sepa transmitirle esta manera tan simple y tan rica de diversión. Ojalá que ningún teclado que se posará sobre ellas en un futuro consiga dirigir su juego y le impida comprender que mejor que jugar con dos manos es jugar con cuatro, con seis, con ocho…
[i] Esta canción se cantaba a los niños a la vez que se movían las manos.
«Cinco lobitos tiene la loba
cinco lobitos detrás de la escoba.
Cinco parió,
cinco crió
y a los cinco lobitos tetica les dio»
[ii] En esta ocasión se daban palmas intentando que el niño nos imitara mientras se catnaba la siguiente canción:
«Toca palmitas que viene papa
tócalas bien, que en casa esta ya»
[iii]Existe un gran repertorio de canciones de los llamados » juegos de palmas». El comentario deriva del contenido de las letras de dos de ellas.
«En la calle…lle…lle, veinticuatro…tro…tro, ha sucedido…do…do, un asesinato…to…to. Una vieja…ja…ja, mató un gato…to…to con la punta…ta…ta del zapato…to…to. Pobre vieja…ja….ja, pobre gato…to…to, pobre punta…ta…ta, del zapato…to…to».
«Don Federico perdió su cartera, para casarse con una costurera, la costurera perdió su dedal para casarse con un general, el general perdió su espada para casarse con una bella dama, la bella dama perdió su abanico, para casarse con don Federico, Don Federico perdió su ojo para casarse con un piojo, el piojo perdió sus patitas para casarse con una elefantita, la elefantita perdió su cola para casarse con una «pesi cola», la «pesi cola» perdió su burbuja para casarse con una mala bruja, la bruja perdió su gatito para casarse con Don Federico, Don Federico le dijo: Que no, y la bruja se desmayó. Don Federico le dijo que si y la mala bruja volvió en sí.»
[iv] Juego cuyo origen se sitúa en época egipcia y que se jugó en gran parte del Mediterráneo. En algunos países como Italia, todavía sigue muy vivo. En España, en la zona de Teruel se sigue practicando con asiduidad celebrando campeonatos anuales.